La ciencia
y la tecnología han logrado explorar fenómenos naturales determinando la causa
y el efecto de insospechadas teorías, pero siempre queda el sinsabor de haber
algo anterior a lo expuesto, algo que se queda ahí, oculto, el inicio, el
origen, tal vez el punto álgido de la ciencia.
La tradición China tiene total claridad frente a dicho origen, donde todo lo creado provine de una fuerza inconmensurable que da origen a todas las cosas orgánicas e inorgánicas, visibles e invisibles, que las anima y entretiene, posibilitando el milagro de la vida, la expresión material de lo Eterno, es así, como al Soplo, o Qi, lo denominan aliento de Dios, una energía dinámica de constante movimiento, cambio, y mutación que configura la estructura del ser permitiendo que en este se realicen las funciones adecuadas para el óptimo funcionamiento del cuerpo físico, psíquico y energético. Vale aclarar que el soplo es único y perfecto, pero este se diversifica, manifestándose de diferente manera, las cuales llamaremos energía.
La tradición China tiene total claridad frente a dicho origen, donde todo lo creado provine de una fuerza inconmensurable que da origen a todas las cosas orgánicas e inorgánicas, visibles e invisibles, que las anima y entretiene, posibilitando el milagro de la vida, la expresión material de lo Eterno, es así, como al Soplo, o Qi, lo denominan aliento de Dios, una energía dinámica de constante movimiento, cambio, y mutación que configura la estructura del ser permitiendo que en este se realicen las funciones adecuadas para el óptimo funcionamiento del cuerpo físico, psíquico y energético. Vale aclarar que el soplo es único y perfecto, pero este se diversifica, manifestándose de diferente manera, las cuales llamaremos energía.
Dentro
de esta diversificación encontramos tres tipos de energía: Energías
hereditaria, Energías adquiridas, y energías psíquicas.